Muchas cosas cambian este año para el Cádiz, toda vez que formará parte de la Liga de Fútbol Profesional. Como se define en su página web, la LFP es una asociación deportiva de derecho privado, que a tenor de lo e
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Y formar parte de esta asociación exige ciertos requisitos, e implica muchos cambios.
Para empezar, y en el plano estrictamente deportivo, hay mejoras muy sustanciales: -al pasar a ser profesional (y no categoría base, como es considerada la Segunda B), el club ya no tiene obligación de presentar seis fichas de jugadores menores de 23 años, lo que da una mayor libertad a la hora de conformar la plantilla -se permiten dos jugadores no comunitarios en el plantel (ambos pueden jugar al mismo tiempo). Este número aumenta en Primera División. -algo muy atractivo para los aficionados: cada jugador deberá llevar un dorsal fijo durante toda la temporada. Volveremos pues, a ver los nombres de los jugadores a sus espaldas -y muy importante: vuelve el control antidoping. El club debe estar muy atento y llevar un control estricto sobre cualquier sustancia de riesgo que puedan ingerir los jugadores. Éstos serán informados de posibles medicamentos que puedan inducir a dar positivo, y bajo ninguna circunstancia los profesionales podrán automedicarse, todo aquello que tomen deberá ser con receta o prescripción médica. Los controles pueden hacerse en cualquier momento, antes o después de un partido, o incluso se puede interrumpir un entrenamiento para tomar muestras de sangre y orina.
Desde el punto de vista económico el control será mucho mayor. El club se verá sometido a una auditoría anual, y antes del 31 de julio todas las entidades deberán presentar debidos informes justificando sus cuentas y demostrando que están al día en sus pagos. El capital social deberá siempre adecuarse a la situación real de la entidad, y los que lo incumplan pueden verse abogados al descenso administrativo.
En materia de seguridad e instalaciones, también hay nuevas obligaciones que cumplir. En un plazo de tres años, el Cádiz deberá jugar en un campo con un mínimo de 6000 espectadores (15000 en caso de jugar en Primera), todos ellos sentados. El estadio ha de tener una sala para controles anti-doping. Todos los accesos al estadio deberán estar flanqueados por un torno, y el club será responsable de que no accedan personas a las gradas con símbolos o banderas que hagan apología de la violencia, así como bengalas u otros elementos peligrosos.
Toda una batería de cambios a las que el Cádiz debe adaptarse, pero sin duda que merecerá la pena.