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Reseña histórica: Francisco Rivera “Paquirri”, un cadista en los ruedos

Juan Sevilla, del Área de Historia del club, nos recuerda cuando el diestro barbateño homenajeó a la plantilla con una capea en su finca

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Con motivo del ascenso a Primera División en Elche, en mayo de 1981, el diestro barbateño Francisco Rivera “Paquirri” homenajea a la plantilla cadista con una capea en su finca “La Cantora”.

El 24 de mayo de 1981, el Cádiz CF consigue un mítico e inesperado ascenso en Elche, frente a un rival al que solo le hacía falta empatar para ser ellos los que ascendieran. El recibimiento al equipo es apoteósico desde que hace su entrada por Puerto Real, formándose una espectacular caravana de bulliciosos coches, que acompaña al autocar del equipo, con banderas, pancartas, gritos y cánticos. Al llegar a Cádiz, todo es aún mayor y los jugadores dan rienda suelta a su alegría, una alegría que se prolonga durante más de dos semanas, con fiestas y homenajes de todo tipo. Pero especial resulta la invitación del diestro barbateño Francisco Rivera “Paquirri”, primera figura de la tauromaquia de aquella época.

El sábado 20 de junio de 1981, en su finca de “La Cantora”, el matador de toros Paquirri ofrece un homenaje al Cádiz CF por su ascenso a Primera División, declarando públicamente su cadismo, “porque yo soy aficionado al fútbol y sigo muy de cerca al equipo amarillo”, afirma en la prensa local gaditana.

Su vínculo con la ciudad de Cádiz le viene desde antaño. Así, la desaparecida plaza de toros de Cádiz es testigo de su primera novillada con caballos, a los 16 años, un 28 de junio de 1964. O también, la popular Cofradía del Perdón de Cádiz, conserva en sus vitrinas de la casa de hermandad un traje de luces que Paquirri dona meses antes de morir, para hacer una saya a la Santísima Virgen del Rosario, cotitular de la hermandad, cuando esta tenía un ajuar muy escaso.

Su familia, al igual que los muy numerosos y buenos aficionados de Barbate, ha sido muy cadista desde siempre. Precisamente, un sobrino suyo, José Antonio Canales Rivera, también torero, ha sido siempre un asiduo de las gradas de Carranza.

Pero volvamos al origen de este relato. La expedición cadista pone rumbo a la finca “La Cantora”, sita entre las localidades gaditanas de Vejer y Medina Sidonia, en la Ruta de los Pueblos Blancos, siendo recibidos por el diestro gaditano y su prometida Isabel Pantoja, con la que afirma va a casarse, una vez consiga la anulación de su anterior matrimonio con Carmina Ordoñez. Él, el torero de moda. Ella, la tonadillera que arrasa en cada actuación. Los ingredientes perfectos para llenar las páginas de la prensa amarilla. Con el Cádiz CF por testigo, no tuvieron inconveniente en manifestarlo de manera rotunda y cariñosa, dejando ya de lado tantas citas a escondidas y tantas escapadas de los fotógrafos. Y sobre el albero de la plaza, donde se tentaron varias vaquillas, uno y otra se propinaron efusivos besos de amor.

Por un momento, los jugadores cadistas se olvidaron del balón y más de uno saltó al ruedo de “La Cantora”. Algunos se llevaron un buen revolcón ante las embestidas de la vaquillas, demostrando otros muy buenas hechuras con el capote. De estos últimos cabe destacar el buen estilo de Mané y los grandes muletazos de Pepe Mejías. Paquirri y la Pantoja se lo pasaron enorme, riéndose a carcajada suelta con los meneos que los novillos les iban dando a los jugadores. Quien no lo pasó bien fue el presidente cadista Manuel Irigoyen, temiendo le fuera pasar algo a Pepe Mejías y se truncara con ello la posibilidad de un traspaso que se venía rumoreando en aquellos momentos. Días antes se comentó en prensa la posibilidad de que Irigoyen saltara al ruedo para recordar sus buenos tiempos como novillero. Los jugadores estaban expectantes por ver al “presi” utilizar la muleta. Pero se quedaron con las ganas.

A la hora del almuerzo, Paquirri obsequió a toda la expedición cadista con una magnífica berza en pleno campo. Finalizando de este modo para todos los cadistas un magnífico día en la sierra gaditana. Alguno con un moratón de más.

En enero de 1982, con ocasión de un Cádiz-Sevilla en Carranza, el redactor gráfico Joaquín Hernández “Kiki”, publicaba en la prensa local fotos del diestro barbateño y su novia Isabel Pantoja. Les acompañaban la inseparable madre de la tonadillera y una jovencísima María del Monte.

Pero la intensa vida de este cadista universal queda truncada cuando se cruza en su camino el toro "Avispado", la tarde del 26 de septiembre de 1984, en la plaza cordobesa de Pozoblanco. El matador de toros de Zahara de los Atunes pasó a ser una leyenda, que desde entonces alienta desde el cielo al equipo de sus amores. 

APUNTES HISTÓRICOS_ por Juan Sevilla, Área de Historia Cádiz CF