A mis compañeros Botubot y Escarti, en las narraciones de los partidos en Carranza que hacemos para la provincia desde Cadena Cien-COPE, se le ponen los vellos como escarpias cuando les comento la cifra mágica de los 40 y les interrogo antes de cada partido en el "teatro amarillo de los sueños".
No, no es que haga apelaciones a la edad ni a los ladrones de Alí Babá que haberlos puede que hasta los haya en lo que respecta a mercadeo de fichajes (ahora ya preparando la campaña de Navidad, cuidadín con las carteras). No, me refiero a que con 40 puntos, el Cádiz sigue viviendo el sueño de Primera la temporada que viene. Otros me dicen y comentan que al "senador" Espárrago le van saliendo las cuentas por aquello de hacer una media de 6 puntos al mes. Son matemáticas: 6x9=54 puntos, y todavía habría margen de error para catorce o diez.
El referente está en el año pasado, el Mallorca de Cúper mantuvo el traje de la Primera con 39 puntos... En el punto de la temporada en el que nos encontramos, con tanto parón por la selección (algo que rompe el ritmo a cualquiera), el Cádiz está encontrando su identidad partido a partido, salvo por la hartá de Pacharán que nos dieron en Pamplona ante Osasuna. Garra, coraje, criterio táctico y una pólvora más mojada que encendida avalan de momento a un Cádiz que va ensamblando las piezas con rigor, ahora que además salen las cosas mejor a balón parado.
Un once tipo, que los niños dicen en el recreo de los colegios, el de Chapín. Unos fichajes queridos en la grada como "el Lolo Estoyanoff", Zarandona o el guerrero Medina, que aportan cosas distintas a un equipo que está aprendiendo a sufrir también en Primera. Hay que pisar cristales para romperlos, incluso andando descalzos. Es lo que hay. No hemos llegado al primer tercio de la competición y me podrán achacar que ya estoy acordándome de los 40 puntos, principales, que no sea "un agonía" ni un "fatigas", que no miente lagarto. Pero es que lo que pierdes en el columpio lo ganas en el tobogán, y cuanto antes sumes, mejor: táctica Schuster.
Necesitamos un golpe de autoridad, como en Santander. Hay que llenar el globo y luego sestear en marzo, si se puede, aunque será difícil en un Cádiz asido a la taquicardia desde que existe. Una victoria en Carranza y el mismo orden fuera de casa, con un poco más de suerte, harán que se equilibre la balanza. Eso, y más factores: penalties que vayan entre los palos (aunque sea al muñeco), Acuña y su licencia para jugar, y ganar por más de un gol un partido pueden relanzar al equipo a la zona tranquila.
Noviembre será clave, noviembre tendrá la llave. Hay dos meses claves, noviembre y marzo. El resto es resaca de lo que se hizo en los cuatro partidos de cada uno de esos meses. Una resaca que, como todas, puede ser de dulce siesta, o en el peor de los casos, de un dolor atroz de cabeza difícilmente remediable. La única pastilla-milagro es la suma, mejor de 3 en 1, que de 3 en 3 sólo lo hizo el Madrid el año pasado.
Paco Molero. Cadena COPE. Narrador de los partidos del Cádiz en Carranza
