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Vuelven las victorias claras a Carranza. Desde que nos visitara el Pontevedra allá por la primera semana de enero, no se imponía con claridad y desde el principio el Cádiz a su invitado. Éste era en esta ocasión el Racing de Ferrol, un conjunto venido a menos en las últimas fechas, y que se podía empantanar en demasía si no sacaba algo positivo de su visita a Cádiz. Pero a diferencia de otras veces, la lata se abrió pronto (las intenciones del cuadro de Veiga eran las de copiar tantos y tantos partidos de otros visitantes que venían a encerrarse y empatar) y ello, sumado a la inocencia de los gallegos en ataque y la debilidad defensiva, puso en bandeja el triunfo que asegura, otra semana más, la permanencia en el grupo de cabeza.
Comenzaba el encuentro con el guión esperado: el equipo local, el Cádiz era el dueño del balón y del partido, y desde el primer minuto buscó, con determinación pero sin prisas, el tanto que abriera la lata. Por experiencia ya en tantos y tantos partidos en Carranza, los amarillos sabían que cuanto más tiempo acumulara el rival con su portería a cero, más difícil se haría darle la vuelta a subsodicha situación. La primera llegada con peligro la protagonizó Varela rondando el minuto diez, en que recibió un excelente pase en profundidad de Fleurquin, pero en el último momento, cuando ya se disponía a fusilar a Bello Amigo, un defensa le arrebató el cuero.
Aunque si clara fue la ocasión de Varela, la de Pavoni al cuarto de hora fue de libro de texto. El argentino, en un fallo clamoroso de los ferrolanos en el fuera de juego (que explica bien a las claras sus últimos resultados ligueros) tuvo tiempo de controlar primero mal, luego mejor y con orientación, pensar, decidir si pasar o disparar, armar la pierna y chutar, aunque quizá tanto tiempo fue perjudicial: el Chivo le pegaba fuerte pero al muñeco y Bello Amigo sólo tuvo que poner las manos. Demasiado condescendiente estaba el Cádiz con un rival que apenas tenía argumentos ofensivos, y que daba toda la posesión a los de Espárrago.
Pero afortunadamente, la tendencia de los últimos partidos en casa se rompió en el minuto 18, con una jugada de pizarra digna de poner en las escuelas. Fleurquin abre el campo para que Pavoni despliegue su maravilloso juego entre líneas, y mande un balón en carrera a Enrique, que la pone, desde la derecha, en diagonal a Sesma, que venía entrando por el punto de penalti. Durante dos segundos maravillosos (los que tardó el esférico en llegar a la posición del canario y que este, a puerta vacía, empujara), la afición cantaba ya el gol.
Susto para el Cádiz poco después. Tal y como estaban jugando, los ferrolanos sólo podían llegar a balón parado, y así fue como Tony, aprovechando una de esas faltas diagonales que tan bien se le dan al equipo cadista, peinó en el área chica. Afortunadamente, Armando, muy bien colocado, se encontró la pelota y todo quedó en un suspiro aliviado. Era el único acercamiento serio de los racinguistas, muy pobres en ataque.
El partido entró en una fase un poco más aburrida. El desarrollo del juego apenas cambiaba: los locales seguían llevando toda la iniciativa, y el cuadro gallego si bien plantado en el terreno de juego, no era capaz de poner en peligro el portal de Armando, ya que basaba todo su juego de ataque en mandar balonazos a Mario Bermejo, bien tapado por De Quintana y Paz. En los amarillos, el más destacado seguía siendo Enrique, hiperactivo e intentándolo de todas las maneras posibles.
La mejor jugada de estos minutos más flojos la protagonizaron Pavoni y Velázquez, con una pared entre ambos que acabó con el balón en los pies del lateral, que, con una habilidad inesperada en él, fue capaz de poner el balón en el área chica, pero en vez de empujarlo a la red un delantero cadista, fue recogido por un defensa visitante, que la mandó lejos del alcance de Bello Amigo.
Todo apuntaba a que al descanso, el resultado sería de 1-0, pero en el minuto 41, los de Espárrago se encontraban con el segundo, casi sin quererlo. En un córner, un mal despeje de la defensa coruñesa (de lo más blandita de lo que hemos visto por aquí en varias semanas) le deja el balón manso a Fleurquin, que a trancas y barrancas remata al fondo de las mallas, y que se recorrió medio campo para dedicar el tanto a su amigo Bezares, con el que se fundió en un emotivo abrazo.
Comenzó la segunda parte con un cambio muy ofensivo de Veiga, que dejó a De Palmas en la caseta y dio entrada al veterano Juanito, pero sin embargo, casi establece ya la sentencia Paz a los cuatro minutos de la reanudación, con un cabezazo a la salida de una falta lateral que se fue lamiendo el palo. El portuense se está quedando a las puertas de gol en los últimos partidos.
El respetable hacía la ola, algo que suele ocurrir cuando en el terreno de juego hay poco que comentar. Aunque el resultado no era definitivo, el cuadro verde (hoy de negro) daba tan poca sensación de peligro que la hinchada disfrutaba con su equipo. Se lo tenía más que ganado después de los últimos disgustos que se había llevado en Carranza.
Aunque por poco no se acaba esa tranquilidad en el minuto 65, en un balón alto dividido en el que colegiado no estimó que hubiera falta, y que dejó a Armando fuera de combate: Oli salvo en la misma línea de fondo, lo que le granjeó una sonora ovación (aunque nada comparada con la que se llevó cuando fue sustituido). Puede que el capitán no esté fino en ataque, pero su entrega y trabajo durante los noventa minutos está siempre garantizada.
Precisamente fue el asturiano protagonista poco después de otra de las ocasiones en las que el 3-0 estuvo muy cerca, al peinar un centro de Velázquez para que Sesma, completamente solo en el segundo palo, cabeceara alto cuando fondo norte ya se preparaba para la celebración. Este tipo de acciones llegaban ahora de forma mucho más aislada, y es que la intensidad del juego era ahora mucho menor, tanto por los que iban por delante en el marcador, como los que necesitaban remontar para no acumular otra derrota consecutiva.
Minuto 75, perdonan de nuevo los locales la sentencia. Otra vez Pavoni habilitaba (y de camino se llevaba otra dura entrada) a Sesma en profundidad, y el canario, un partido más incombustible, la ponía franca en la frontal, pero ni Mirosalvjevic primero, ni Enrique después, acertaban a firmar el finiquito de este partido.
Y seguía resistiéndose el tercero. En el minuto 80 de nuevo el extremo zurdo apuraba línea de fondo, y cedía atrás pero ni Mirosalvjevic, ni Manolo Pérez ni Enrique parecían querer hacer más sangre. Enrique no obstante no parecía contentarse, y quería agradecer su renovación con goles. Casi hace uno de bandera, pese a estar ya totalmente vaciado, en tiempo de descuento, tras una excelente jugada personal en que se fue de cuantos contrarios le salieron al paso, pero que no acertó a elevar el cuero por encima del cancerbero ferrolano.
El tiempo pasaba y se confirmaba que este Cádiz va en serio. Las dos próximas salidas, a Vitoria y Málaga, se afrontan sin tanta presión.
Comenzaba el encuentro con el guión esperado: el equipo local, el Cádiz era el dueño del balón y del partido, y desde el primer minuto buscó, con determinación pero sin prisas, el tanto que abriera la lata. Por experiencia ya en tantos y tantos partidos en Carranza, los amarillos sabían que cuanto más tiempo acumulara el rival con su portería a cero, más difícil se haría darle la vuelta a subsodicha situación. La primera llegada con peligro la protagonizó Varela rondando el minuto diez, en que recibió un excelente pase en profundidad de Fleurquin, pero en el último momento, cuando ya se disponía a fusilar a Bello Amigo, un defensa le arrebató el cuero.
Aunque si clara fue la ocasión de Varela, la de Pavoni al cuarto de hora fue de libro de texto. El argentino, en un fallo clamoroso de los ferrolanos en el fuera de juego (que explica bien a las claras sus últimos resultados ligueros) tuvo tiempo de controlar primero mal, luego mejor y con orientación, pensar, decidir si pasar o disparar, armar la pierna y chutar, aunque quizá tanto tiempo fue perjudicial: el Chivo le pegaba fuerte pero al muñeco y Bello Amigo sólo tuvo que poner las manos. Demasiado condescendiente estaba el Cádiz con un rival que apenas tenía argumentos ofensivos, y que daba toda la posesión a los de Espárrago.
Pero afortunadamente, la tendencia de los últimos partidos en casa se rompió en el minuto 18, con una jugada de pizarra digna de poner en las escuelas. Fleurquin abre el campo para que Pavoni despliegue su maravilloso juego entre líneas, y mande un balón en carrera a Enrique, que la pone, desde la derecha, en diagonal a Sesma, que venía entrando por el punto de penalti. Durante dos segundos maravillosos (los que tardó el esférico en llegar a la posición del canario y que este, a puerta vacía, empujara), la afición cantaba ya el gol.
Susto para el Cádiz poco después. Tal y como estaban jugando, los ferrolanos sólo podían llegar a balón parado, y así fue como Tony, aprovechando una de esas faltas diagonales que tan bien se le dan al equipo cadista, peinó en el área chica. Afortunadamente, Armando, muy bien colocado, se encontró la pelota y todo quedó en un suspiro aliviado. Era el único acercamiento serio de los racinguistas, muy pobres en ataque.
El partido entró en una fase un poco más aburrida. El desarrollo del juego apenas cambiaba: los locales seguían llevando toda la iniciativa, y el cuadro gallego si bien plantado en el terreno de juego, no era capaz de poner en peligro el portal de Armando, ya que basaba todo su juego de ataque en mandar balonazos a Mario Bermejo, bien tapado por De Quintana y Paz. En los amarillos, el más destacado seguía siendo Enrique, hiperactivo e intentándolo de todas las maneras posibles.
La mejor jugada de estos minutos más flojos la protagonizaron Pavoni y Velázquez, con una pared entre ambos que acabó con el balón en los pies del lateral, que, con una habilidad inesperada en él, fue capaz de poner el balón en el área chica, pero en vez de empujarlo a la red un delantero cadista, fue recogido por un defensa visitante, que la mandó lejos del alcance de Bello Amigo.
Todo apuntaba a que al descanso, el resultado sería de 1-0, pero en el minuto 41, los de Espárrago se encontraban con el segundo, casi sin quererlo. En un córner, un mal despeje de la defensa coruñesa (de lo más blandita de lo que hemos visto por aquí en varias semanas) le deja el balón manso a Fleurquin, que a trancas y barrancas remata al fondo de las mallas, y que se recorrió medio campo para dedicar el tanto a su amigo Bezares, con el que se fundió en un emotivo abrazo.
Comenzó la segunda parte con un cambio muy ofensivo de Veiga, que dejó a De Palmas en la caseta y dio entrada al veterano Juanito, pero sin embargo, casi establece ya la sentencia Paz a los cuatro minutos de la reanudación, con un cabezazo a la salida de una falta lateral que se fue lamiendo el palo. El portuense se está quedando a las puertas de gol en los últimos partidos.
El respetable hacía la ola, algo que suele ocurrir cuando en el terreno de juego hay poco que comentar. Aunque el resultado no era definitivo, el cuadro verde (hoy de negro) daba tan poca sensación de peligro que la hinchada disfrutaba con su equipo. Se lo tenía más que ganado después de los últimos disgustos que se había llevado en Carranza.
Aunque por poco no se acaba esa tranquilidad en el minuto 65, en un balón alto dividido en el que colegiado no estimó que hubiera falta, y que dejó a Armando fuera de combate: Oli salvo en la misma línea de fondo, lo que le granjeó una sonora ovación (aunque nada comparada con la que se llevó cuando fue sustituido). Puede que el capitán no esté fino en ataque, pero su entrega y trabajo durante los noventa minutos está siempre garantizada.
Precisamente fue el asturiano protagonista poco después de otra de las ocasiones en las que el 3-0 estuvo muy cerca, al peinar un centro de Velázquez para que Sesma, completamente solo en el segundo palo, cabeceara alto cuando fondo norte ya se preparaba para la celebración. Este tipo de acciones llegaban ahora de forma mucho más aislada, y es que la intensidad del juego era ahora mucho menor, tanto por los que iban por delante en el marcador, como los que necesitaban remontar para no acumular otra derrota consecutiva.
Minuto 75, perdonan de nuevo los locales la sentencia. Otra vez Pavoni habilitaba (y de camino se llevaba otra dura entrada) a Sesma en profundidad, y el canario, un partido más incombustible, la ponía franca en la frontal, pero ni Mirosalvjevic primero, ni Enrique después, acertaban a firmar el finiquito de este partido.
Y seguía resistiéndose el tercero. En el minuto 80 de nuevo el extremo zurdo apuraba línea de fondo, y cedía atrás pero ni Mirosalvjevic, ni Manolo Pérez ni Enrique parecían querer hacer más sangre. Enrique no obstante no parecía contentarse, y quería agradecer su renovación con goles. Casi hace uno de bandera, pese a estar ya totalmente vaciado, en tiempo de descuento, tras una excelente jugada personal en que se fue de cuantos contrarios le salieron al paso, pero que no acertó a elevar el cuero por encima del cancerbero ferrolano.
El tiempo pasaba y se confirmaba que este Cádiz va en serio. Las dos próximas salidas, a Vitoria y Málaga, se afrontan sin tanta presión.