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Mágico, el mejor del mundo

O eso pensamos al menos, todos los cadistas. El gran Mágico González se despidió ya sí del fútbol siendo homenajeado (en casa y en vida, cosa que suele ser complicada) en su país natal, El Salvador, en el estadio

O eso pensamos al menos, todos los cadistas. El gran Mágico González se despidió ya sí del fútbol siendo homenajeado (en casa y en vida, cosa que suele ser complicada) en su país natal, El Salvador, en el estadio que lleva su mismo nombre.

El partido era entre veteranos del Cádiz (entre los que estaba el propio Mágico, además de excompañeros suyos como Mayé, Juan José, Raúl Procopio, Chico Linares, Chano, Mateos, Hugo Vaca, Poli, Kiko, Arteaga, López, Villa, Josemi y Pepe Mejías) y Amigos de Mágico, un combinado de jugadores latinoamericanos entre los que se encontraban ilustres de la talla de Careca, Kempes, Francescoli, Hermosillo o Sócrates.

Se adelantaron estos últimos con un gol del mejicano Manuel Negrete. La respuesta no pudo ser mejor: penalty a favor del Cádiz que transforma, como no, Mágico González. El estadio por poco se viene abajo, aunque faltaba aún mucho por vivir.

El partido había sido programado para disfrutar y rendir tributo a Mágico, y por ello los jugadores no estuvieron demasiado aplicados en defensa, lo que dio lugar a un maravilloso espectáculo lleno de goles (algo que sin duda faltó en el partido que se organizó para Mágico en Cádiz ante la selección española sub21). Careca, el fantástico exdelantero brasileño, hizo el 2-1, aún en el primer tiempo. De nuevo volvería a empatar el Cádiz, y de nuevo gracias al Mago, que esta vez marcó de falta directa. La hinchada rugió, venerando a su estrella.

En la segunda parte el astro salvadoreño cambiaba de equipo, y terminó de extasiar a sus seguidores cuando hizo el tercero (que de nuevo igualaba la contienda, pues Raúl había hecho el tercero para los veteranos amarillos) para el combinado americano, con una vaselina magistral tras una pared sensacional entre Mauricio Cienfuegos y Francescoli, que dejó solo ante el portero a Mágico. Un gol de bandera que arrancó pañuelos de las gradas, que no podía creer lo que veía.

Se vivieron momentos muy intensos, como cuando salió al campo el hijo de Mágico González, o como fue ver a Kiko de nuevo vestido de amarillo y en acción, dando muestras de su clase. Pero sin duda el cénit llegó cuando Mágico fue sustituido. Dio una vuelta al campo y fue manteado por sus amigos, que lo elevaron al cielo, donde debe permanecer siempre como uno de los grandes astros del balompié en el siglo XX.