Carnero es un hombre de fútbol. Su carrera y su dilatado currículum encajan a la perfección en la ambiciosa planificación de la temporada que está realizando el Cádiz. Llega procedente del Celta de Vigo, donde ha estado vinculado desde los 16 años. Primero fue jugador y más recientemente director deportivo, una faceta que le ha dado grandes éxitos al club vigués.
Precisamente, él ha sido uno de los mayores artífices del crecimiento de la entidad en los últimos años, en los que el Celta ha estado codeándose con los grandes en competiciones europeas durante siete temporadas, y no sólo en la UEFA, sino también en Liga de Campeones, torneo que jugó durante la campaña 2003-04. Además, en la campaña 2001-02 el equipo celtiña también fue finalista de la Copa del Rey.
Gracias a su buen ojo clínico y teniendo en cuenta el carácter modesto de la entidad gallega, Carnero ha llevado a cabo una estupenda política de fichajes, sacando a la luz el nombre de jugadores desconocidos para el gran público que después dieron un gran rendimiento. Es el caso de Makelele, Ito, Mostovoi, Revivo, Silvinho, Catanha, Dutruel, Cáceres, Ángel o el ex cadista Berizzo. Eso sin olvidar que es un gran negociador en materia de cesiones que, a priori, parecen imposibles. Sólo hay que recordar el nombre de David Silva, que jugó en el Celta en la temporada 2005-06 y actualmente es pieza clave en el esquema del Valencia y habitual en las convocatorias de la selección española que, precisamente, debutó con la absoluta en el Ramón de Carranza frente a Rumanía.
