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Historia

Reseña histórica: Mosquera, la perla negra cadista

El Área de Historia recuerda la figura del jugador peruano Máximo ‘Vides’ Mosquera, un futbolista habilidoso con mucha clase

El peruano Máximo “Vides” Mosquera, jugador de clase extraordinaria, auténtico genio de la filigrana, encandiló a la afición gaditana justamente veinte años antes de la llegada, también desde América, de otro gran genio del balón como “Mágico” González. 

Transcurría el verano de 1.962 y el presidente del Cádiz, Francisco Márquez Veiga, se planteaba buscar un revulsivo que reactivara la marcha del equipo gaditano tras la permanencia del mismo durante siete temporadas consecutivas en Segunda División. La afición anhelaba saborear la máxima categoría del fútbol español, hecho este jamás conseguido por el equipo amarillo en aquel tiempo.

Se dispuso el presidente a buscar en el mercado futbolístico un jugador de contrastada categoría, que liderara al equipo en dicha empresa. Para ello contactó con Luis Guijarro, conocido intermediario futbolístico de gran prestigio en aquella época. Éste le ofreció los servicios de un jugador peruano de raza negra, Máximo “Vides” Mosquera, el cual presentaba un magnífico historial deportivo: campeón de Liga en Perú durante cuatro temporadas (1.943, 54, 55 y 56). Máximo goleador de la Primera División peruana en 1.955 con 11 goles. Participación en 31 partidos de la selección absoluta peruana marcando 7 goles. Participación en 20 partidos de la Copa América, siendo uno de los jugadores que más partidos había disputado en dicha competición. Con este historial habría que calificar a Mosquera como un auténtico galáctico de su época.

Ante tal evidencia, el entrenador José Luis Riera, aceptó esperanzado el fichaje del morenito. Y éste, en un principio, no le decepcionó. Jugaba de interior de ambos lados, era un delantero de pequeña estatura pero gigante en el campo, donde deleitó por su clase extraordinaria, y por ser pícaro, habilidoso y oportunista goleador. La perla negra cadista era el único jugador de raza negra que había tenido el Cádiz CF en sus filas a lo largo de su historia. Nació en Chincha Alta, Perú, el 8 de enero de 1.934, oficialmente dio esa fecha, pero al parecer contaba con una edad superior, cercana a los 34 años.

Marcó aquella temporada goles muy bonitos, hizo jugadas de verdadero artista siendo un auténtico genio de la filigrana, y la afición gaditana pronto se encariñó con él. También se hizo querer de sus compañeros de equipo, los cuales le llamaban “Patita”, y formó parte de una de las delanteras más baja de  estatura de la historia del Cádiz, en unión de Marcelo, Bolea, Almagro y Soriano. Esta delantera poseía una calidad desbordante que encandilaba a los aficionados cadistas.

Aquella temporada se estuvo a punto de lograr el sueño de la afición gaditana. El Cádiz de la 62/63 consigue todos los puntos en casa, en toda la liga no se le escapa ni un solo punto de Carranza. Pero fuera de casa no se consiguen los suficientes puntos, quedándose al final a cuatro puntos de poder acceder a la promoción de ascenso a Primera División. Importante fue el tropiezo en el campo de “Vallejo”, donde perdió con el Levante por 7-2, pese a ir por delante en el marcador al finalizar el primer tiempo. Con un triunfo se le hubiera ganado el gol average.

A Mosquera, tal fue la pasión que le demostró la afición gaditana que sus goles fueron cantados en las coplas de Carnaval. En las Fiestas Típicas Gaditanas de 1.963, la comparsa de Enrique Villegas, “Los Dandys negros”, cantaba el pegadizo estribillo: “Mosquera, Mosquera, métete otro gol que vamos a Primera..., Mosqueeeeera..., a Primera División, ja, ja, ja, ja, ja “.

En los primeros meses del campeonato se encontraba muy a gusto en Cádiz, alababa el clima de la ciudad indicando que era un clima sabroso, parecido al de su tierra. Pero en el transcurrir de la liga no pudo jugar muchos partidos. La llegada del invierno, con sus fríos, le afectó una enormidad. En los entrenamientos casi siempre utilizaba guantes, porque decía que no podía resistir el frío en las manos. Aunque el autobús llevara calefacción, viajaba siempre con abrigo y bufanda. Mosquera necesitaba calor para jugar bien, y con la llegada del crudo invierno se vino abajo de forma clamorosa y ya no pudo remontar el vuelo. Tenía contrato por dos temporadas, pero en julio de 1963 rescindió su contrato con el club, y se fue de la misma forma silenciosa y humilde con la que llegó, pero dejando una indudable estela de simpatía en la afición gaditana y llevándose para Perú una hija gaditana que sería su mejor recuerdo de esta ciudad. El peruano fue una figura popular y querida en su fugaz estancia en el equipo gaditano. 

APUNTES HISTÓRICOS_ por Juan Sevilla, Área de Historia Cádiz CF